sábado, 26 de marzo de 2011

Pesadilla!

No existo.
Resido en la OSCURIDAD.

Oigo las cadenas al tensarse y el chasquear de los látigos al inflingir su retorcido castigo de pesadilla.

Veo cuerpos descarnados, unidos unos a otros.
Lenguas enrevesadas.
Miembros descoyuntados.
Y oigo sus lamentos...
Los lamentos de sus almas sucias, míseras y potridas.
Y huelo con nitidez su podredumbre, sus heces y sus sudores de azufre.
Sus ojos se agitan en las cuencas como albóndigas asándose en una freidora de la cocina de un bar de carretera, cuyo aceite no es cambiado en semanas.


- Oled esto... OLEDLO - dice un ALMA, acompañado de BLASFEMIAS ignominiosas. Alza su hocico y olisquea el azufre, las mias mas y la fetidez que emana de su propio cuerpo despellejado.

Una entidad calcinada desfila por el lugar, y todos se echan a reír.
Ja, ja, ja
Entonces me dirijo hacia un ALMA
(¿puede ser el de una chica?)
Le faltan los cabellos. Sus uñas fueron arrancadas por unas tenazas y le metieron una estaca por la boca, que le sale por la nuca.
La saludo.
Y me río.


Mi mano enfundada en un guante de púas busca una de sus orejas. Y se la arranco de un tirón brusco.
Y me río.
Y la chica LLORA.
Y yo me RÍO.
Más y más.

Entrego la oreja a una cosa peluda del tamaño de un perro, y se la ofrezco.
El bicho se lo devora.
Y me río de ello.

Y mientras todo esto sucede, alguien me coge la cabeza entre sus manos por detrás de mi, y me la ARRANCA la cabeza.
La deposita en el suelo, y abriéndose de piernas, realiza sus necesidades encima de ella.
Y se parte de risa.
Yo doy manotazos de ciego en busca de la cabeza, pero voy de un lado para otro, tropezando con cráneos y cajas torácicas que salen a mi paso.

Las risas caóticas se suceden con la de los llantos de los arrepentidos.

Un niño LLORA.
Alguien ha debido de arrancarle de un mordisco un dedo de un pie.
Otra entidad en decadencia se conmociona de dolor.
Un ALMA del INFIERNO le ha debido de dar un buen golpe en el abdomen, profundizando con las garras hasta extraerle los intestinos.

Parece una ristra de salchichas moradas y viscosas - comenta alguien.
Me lo imaginé colocándoselos sobre los hombros como si fuera la corona de laurel del TRIUNFADOR.

Las risas seguían transmitiéndose de boca a boca en el averno.
Y cuando iba a dar con el hallazgo de mi cabeza, dispuesto a atornillármela encima del tronco, un sonido se acentuó en mis cercanías.

Fue un zumbido espantoso. Insistente.


Grité fuera de mis cabales.
“¡AHHHH...!”
Me revolví en mi cuerpo, inerme hasta entonces, y con la sábana blanca cubriendome salté de mi cama, y aun tenia las terribles imagenes y el olor de la sangre.